martes, 28 de diciembre de 2010

km 10. A veces un abrazo dice más que mil palabras.

Ayudar. Entienden muy bien el significado de esta palabra los médicos del centro Nazaret. Acogen a todo aquel que llama a su puerta para darles todo el cariño que una persona le pueda dar a otra, independientemente de sus disfunciones físicas, mentales o ambas.
Otra de las cosas que tengo metida en la cabezota es que TODOS somos personas. No pude evitar dar más de mil abrazos  a los siete u ocho hombres que nos esperaban en la azotea del centro. ¡Incluso uno de ellos me sacó a bailar! Estoy segura de que en aquel instante, para muchos de nosotros fue inevitable pensar "pobrecitos". Bien, pues yo pienso que no. Pobrecitos nosotros, que nos disgustamos por tonterías cuando hay personas que siguen siempre hacia adelante, conformándose con lo que les ha tocado sufrir.
He vuelto a abrir los ojos. Debo apreciar lo que tengo y demostrárselo a la gente que sé que me quiere.
GRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRRR!

¡Es el sonido de mis tripas! En un enclave estratégico, desde el cual podíamos contemplar Tanger en todo su esplendor, así como hacer la distinción entre lo que aquí dicen "les quartières riches et les autres pauvres", pudimos comer. Nos dieron una agradable bienvenida los directores de un centro de fomento para la educación y el trabajo, destinado tanto a infantes como a mujeres adultas capaces de compaginar aprendizaje y trabajo.¡Menudos telares!¡Qué bonitos eran!

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