jueves, 30 de diciembre de 2010

km 38. ¡Pim Pam Pum!

Esta noche el ejército más poderoso del planeta nos tenía a todos en el punto de mira.
Innumerables mosquitos han puesto las cartas sobre la mesa, es decir, no han mostrado piedad alguna ante el enemigo.
Con la cara peor que la de un tal Cuasimodo, protagonista de la novela y película El Jorobado de Notre Dame, hemos amanecido tirando la toalla.
 Supongo que, a estas alturas del viaje, no hace falta decir que hay confianza suficiente como para andar preocupándonos de lo guapos que estamos.
Resulta curioso pensar que, al principio, nos costó hacernos a la idea de que aquí el ser coqueto o coqueta, sobra.
Sin embargo ahora, aunque no hayamos perdido del todo los modales, no es chocante escuchar la palabra "caca" en la mayoría de nuestras conversaciones.

Si la confianza da asco, he de decir que nosotros somos los más asquerosos del mundo.
Lo que sí ha sido una sorpresa es haber podido saltar de duna en duna en un lugar paradisíaco.
¿Por un lado? Desierto Saharaui. ¿Y por el otro? El mar.
Hasta los monitores han jugado con nosotros en el agua. Ahora sabemos que se acerca la hora de partir.
La hora de abandonar África y millones de recuerdos que nos unen todavía.






En un pequeño pueblo de paso, hemos tenido la suerte de  ver la venta de camellos en el zoco, porque justo hoy, es sábado (único día factible en este negocio)
-Yo iría al Ayun en el camello blanco-dije yo.
Pero co 100 dirhams en el bolsillo no he podido comprarlo y, a falta de camellos, bueno es el autobús Javier de Miguel.

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