jueves, 30 de diciembre de 2010

km 33. Mar de Dunas.


A quien madruga, Dios le ayuda. Nos hemos levantado a las 4:00 horas de la madrugada y, como SPUCNICS hemos ido al autobús; para seguir durmiendo, naturalmente.
Sabíamos la cantidad de horas de viaje que nos esperaban. Kilómetros que, ahora más que nunca, han merecido la pena.

La dulce brisa deslizándose sobre mi cara. ¿Fresquita? ¡Más quisiera! ¿èrp en qué piensas Elena? Estamos en el desierto del Sáhara, de camino a las Dunas de Chegaga.
Sí, aquí hace mucho calor.
Ha sido una de las mejores experiencias que he tenido en mi vida.
"Polvo somos y en polvo nos convertiremos". Así puedo describir los kilos y kilos de arena que me rodean.
Aquí vive gente a la cual admiro enormemente. Opino debe ser desolador vivir como nómada en el desierto durante el año. ¿Yo? No sería capaz.

Recorrer estos terrenos a lomos de un dromedario.
La esfera amarillenta y rechonchita me mira desde el horizonte. Es el sol que brilla sobre nuestras gotas de sudor.
Agua que sabe a té en nuestra boca.
Amigos, surfear dunas con un todoterreno pilotado por otro (aquí hay muchos) Mohamed. Éste es el nombre de nuestro conductor. Nos ha puesto rap en el coche y somos la envidia de todo MRS.
"¡Qué salao eres Mohamed!". Has  hecho posible  que la arena desértica que piso haya hecho florecer una huella indeleble en mi corazón.

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