Fue la canción que resonaba en mi cabeza cuando las hermanas de la caridad nos recibieron en su centro clínico u hospitalario con tanta atención.
Primero les ayudamos a repartir caramelos a los niños pequeños, ¡menudas sonrisas!
Después nos dieron dátiles a nosotros y nos enseñaron las instalaciones del lugar, al tiempo que nos explicaron la importancia de su labor allí.
¡Qué hermosa era su capilla! Una de las hermanas me regaló una medallita de Nuestra Señora de los Milagros, para que sintiésemos también su protección.
No sabíamos de la existencia de una especie de fanta de manzana hasta que la probamos, junto a otras bebidas que refrescaban este ambiente de barbacoa, con pinchitos de carne de"mouton" y cus-cus.
Por la tarde tuvimos la oportunidad de conocer mejor a los monitores, bomberos , personal de talleres, conductores, encargados de cámara (entre ellos León), a Telmo y otros muchos que él y su hermana Mar "han conseguido engañar" en este viaje.
También expresamos nuestras opiniones a un cooperante que nos habló de los microcréditos y financiación propios del coodesarrollo.
Cenamos spaguetti con verdura, rellenamos la cantimplora y nos pusimos en marcha para conocer la grande plaza, característica de Tetouán y reservada para uso exclusivo del rey, y sus callejuelas.
Todo lleno de banderas (drapeaux) de Marruecos porque en agosto, aquí es fiesta nacional.
No hay nada mejor como dar un buen paseo para "bajar" la cena antes de dormir.
¡Ya lo veo! ¡Es el saco de dormir, sweet saco!
Me dije a mi misma, Elena, dulces sueños.
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